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5 Razones por las que creo en Dios.

1ra Razón – La presencia de diseño en el Universo.

William Paley fue un teólogo y filósofo moralista inglés del siglo XVIII. Es famoso por su argumentación relativa a un "relojero divino" en favor de la existencia de Dios. Su suposición era que si alguien encontraba una roca mientras paseaba, podría no pararse a pensar quién hizo la roca. Sin embargo, si se encontraba un reloj, llegaría a la conclusión de que no podría haberse producido al azar, sino que era el producto de algún propósito o diseño inteligente.

La vida humana y el propio mundo en el que vivimos son mucho más intrincados que un reloj. Las estaciones, las mareas, la gravedad, la atmósfera, el ADN, el ojo: todos ellos reflejan un diseño inteligente. Yo creo que Dios es la Fuente de ese diseño inteligente.

Para actualizar el argumento de Paley, le pido a usted que considere el computador frente al que nos sentamos navegar por la web. En la construcción de una computadora se emplean innumerables de piezas y quién sabe cuántos metros de cables. Le pido ahora que imagine esos miles de piezas sin montar en algún sitio de una fábrica de Intel y que luego explotara la fábrica, elevando por el aire esos miles de piezas. Le pregunto: "¿Cuál es la probabilidad de que esas piezas caigan a tierra en el orden preciso para formar una computadora como la que usted tiene? La probabilidad de que pase una cosa semejante es inconcebible.

Una máquina tan compleja como una computadora tiene forma, función y diseño. Por lo tanto, aunque no se supiera nada de la existencia de la compañía Intel, las personas racionales llegarían a la conclusión de que alguien diseñó y construyó este computador.

El universo, y en especial nuestro mundo, también tienen forma, función y diseño. Creer que nuestro mundo fue producto de una "explosión" de materia y gases en el espacio demanda muchísima más imaginación que la construcción de una computadora. Si hay diseño, ha de haber un diseñador.

2da Razón – La existencia del amor.

Si no hay Dios, ¿por qué, entonces, la existencia del amor? . El amor es ilógico e innecesario en un mundo creado por el caos, el azar y la evolución. Las células se dividen y se multiplican sin amor. Los animales se aparean y paren a sus retoños sin amor. Los árboles dan fruto, las abejas polinizan las flores, la hierba crece, y los huevos eclosionan sin amor. Desde un punto de vista puramente biológico, el amor no es necesario para la supervivencia de la especie.

De modo similar, los humanos no precisan del amor para sobrevivir biológicamente, y. aún así, amamos... y odiamos y soñamos e inspiramos. ¿Por qué? "Dios es amor", dijo el apóstol Juan (1 Juan 4:8). Dios creó a los seres humanos para ser como él, "a su imagen" (Génesis 1:27). No hay ninguna otra razón de que exista el amor. Como existe, creo que el Dios de amor también ha de existir.

3ra Razón - La existencia de la moralidad.

Es interesarse fijarse que hay leyes morales básicas en todas las sociedades. Estas prohibiciones universalmente observadas cubren al menos tres formas básicas de actividad: el homicidio, el robo, y la violación. La humanidad, como el mundo que ocupa, funciona en marco de orden. Aunque la ley escrita y la ley consuetudinaria varían de cultura en cultura, todas hunden sus raíces en la ley moral, que proporciona el telón de fondo de toda la conducta disciplinada de la humanidad. ¿De dónde proviene esta coherencia universal? Como decía hace un momento, la división celular y la biología se dan sin valores, ética o moralidad. Entonces, ¿por qué tenemos tales cosas? Únicamente los humanos entendemos el concepto de lo correcto y lo incorrecto, del bien y el mal. Solo nosotros tenemos el poder de decidir. Dios creó una "brújula" moral dentro del corazón humano. No existe ninguna otra razón de que exista la moralidad.

4ta Razón - La Biblia.

Las propias Sagradas Escrituras dan testimonio de un origen divino. No se trata de que el propio Dios escribiera las palabras, "sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:21). Este Libro increíble tiene más de cuarenta autores que escribieron a lo largo de un período de unos ¡mil quinientos años! Y, aún así, hay una notable coherencia de principio a fin, a pesar de los errores de traducción que pudieran darse y que gracias a la tecnología moderna, podemos entender y corregir fácilmente.

Las profecías cumplidas verifican la fiabilidad de las Sagradas Escrituras. El profeta Daniel, que vivió seiscientos años antes de Cristo, ¡predijo exactamente cómo se levantarían y caerían las potencias mundiales de Babilonia, Persia, Grecia y Roma! Y la exactitud con que la Biblia describe, tanto como explica, la condición humana revela una autoría sobrenatural. Yo creo que el Autor es Dios.

5ta Razón – Mi experiencia.

Por último, creo en Dios por lo que ha hecho en mi vida. Dios me habla, y yo le hablo a él. Dios me comunica su amor de mil formas que van más allá del lenguaje audible. Mediante la Biblia, la naturaleza, la música, las relaciones, las circunstancias y el testimonio interior del Espíritu Santo, por medio del "silbo apacible y delicado", Dios habla y yo oigo.

Mediante la cruz del Calvario, Dios me salva y revela su carácter de amor. Lewis S. Chafer escribió: "Cualquiera puede idear un plan por el cual pueda ir al cielo la gente buena. Solo Dios uede idear un plan por el que pueda ir al cielo la gente buena. Solo Dios crea un plan por el que los pecadores, [que] son sus enemigos, pueden ir al cielo." Yo tengo paz, alegría y confianza en el futuro, y esperanza para el presente porque creo que Dios vive y me ama.

Y, si al final se demostrase que mi creencia era errónea, ¿qué he perdido? Viviré mis años feliz, realizado, aspirando a beneficiar a mis semejantes, y siendo una influencia positiva en el mundo que me rodea. Sin embargo, si se demuestra que los ateos yerran, habrán perdido el privilegio de conocer el amor incondicional de Dios, y habrán renunciado al derecho a la vida eterna que proporciona la creencia en el Hijo de Dios. Habrán cambiado la eternidad por setenta años más o menos: ¡la fortuna de un millonario a cambio de 25 céntimos!

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