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Wolverine, el alma de los X-Men.

Desde su integración a los X-Men, Wolverine sin duda se convirtió en el mutante más popular. Un caso extraño, ya que no era el líder del equipo, ni era un personaje con un nombre real o un pasado claro. En otra circunstancia, cualquier editor hasta entonces habría rechazado la posibilidad de un personaje bajo de estatura, agresivo y de aspecto animaloide pudiera llegar a ser muy popular. Pero así fue, y es que curiosamente, esas mismas cosas que lo hacían un héroe de cómic tan poco común, le dieron una personalidad clara y definida.



Pero la popularidad no lo fue todo. Un detalle importante, era su pasado misterioso y desconocido hasta para él mismo. Conforme se fueron desarrollando las historias de los X-Men, los lectores tuvieron la oportunidad de ir descubriendo poco a poco las características de él, de modo que la evolución del personaje, aunque paulatina, permitió que los lectores crecieran a la par suya. Si los mutantes atraían tanto al público adolescente por su empatía con el rechazo y extrañeza ante la sociedad, Wolverine se ganó al público, pues además de ser mutante, gran parte de su motivación era la búsqueda de una identidad propia, no sólo la incertidumbre de no conocer su pasado, sino la necesidad de saber quién era en el presente. Wolverine se debatió siempre en la duda de definirse a sí mismo como humano o como bestia, y la necesidad de controlar su lado salvaje fue lo que lo llevó a ingresar a la escuela de Xavier. Pero, al integrarse a los X-Men dejó ver otra faceta de su personalidad: su lealtad a toda prueba. Wolverine era insubordinado, rebelde y solitario, sin embargo conocía perfectamente cuál era su papel como parte de un equipo, y llegado el momento de demostrarlo, nunca lo dudó. Aunque en un inicio estaba un tanto en desacuerdo con la forma en que Charles Xavier y Cyclops dirigían a los X-Men, Wolverine terminaba obedeciendo sus reglas, pues sabía que de no hacerlo, implicaría algún mal para sus compañeros de equipo. Podía asistir en marcar sus propias leyes, pero ciertamente, antes que él, estaba el bienestar de sus seres queridos y, en dicho caso, los X-Men eran su familia. Dicha situación derivó en que hasta la fecha, Wolvie es el personaje más representativo de los X-Men, ya que nunca ha dejado de ser un miembro activo.



Wolverine, a pesar de que en apariencia es un personaje sencillo, en realidad posee una personalidad muy compleja. Si bien sus gustos y motivaciones son muy elementales, en sus relaciones con el resto de los X-Men mantiene tratos distintos, dependiendo de sus respectivas situaciones. Por ejemplo, con Cyclops la relación de rivalidad contenida y respeto, mientras que con Nightcrawler es de estrecha amistad, incluso ha habido varias parrandas para beber cerveza. Ciertamente la personalidad de Wolverine siempre fue clara, pero en su trato hacia sus compañeros se notaba siempre dispuesto a reconocer a cada uno como individuo. Así, por un lado, Logan demostró capacidad para una amplia gama de sentimientos, pero de manera recíproca ayudó en mucho a reafirmar las personalidades de cada uno de los X-Men, ya que un mutante implica ser un individuo diferente en más de un sentido. Hasta cierto punto, Wolvie desempeñó siempre el rol del corazón de los X-Men, sin embargo, dada su personalidad, lo más correcto sería decir que representó más bien la fuerza interna tras el grupo.



En algún momento, Chris Claremont, entonces único guionista de los títulos de mutantes, planeó matar a Wolverine. Su idea general era narrar una historia épica seriada a gran escala, con igual cantidad de triunfos y tragedias. Y precisamente en este último apartado, Claremont pretendía sacudir por completo tanto a los X-Men como a los lectores. Si bien algo de eso ya se había especulado en la historia "DÍAS DEL FUTURO PASADO", a fin de cuentas no dejaba de ser una historia ajena a la continuidad en curso. De haber sucedido ello, se implicaría una fragmentación prematura de los X-Men, e incluso un importante triunfo de Magneto aprovechando la situación. Afortunada, o desafortunadamente, ni los lectores ni los editores permitieron que Claremont concretara su objetivo. Para entonces su popularidad ya era tanta, que permitió la existencia de una miniserie y una eventual serie regular propias, convirtiéndose así en el primer mutante que lograba mantener un cómic propio apartado de los X-Men. Esto, de vez en cuando, permitió que lo que originalmente era un único título, se convirtiera en toda una familia de revistas que en su punto más alto llegó a publicar hasta 10 títulos distintos al mes.



Actualmente, Wolverine sigue gozando de gran popularidad. Sin ir tan lejos, es a parir de su personalidad que se ha procedido a explotar la historia de los X-Men en su salto al cine. Y es que a fin de cuentas, es fácil identificarse con él, sea porque en algún momento cualquiera se ha sentido segregado y en busca de una identidad propia, o bien porque se aspire a una actitud despreocupada y activa al arremeter directamente contra los problemas cuando éstos se presentan.

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